martes, 23 de agosto de 2011

La Crisis de los años 20

El hecho de que haya prendido el computador para directamente pasar a escribir, es consecuencia de algunas cosas sumadas: Primero que todo, hace un tiempo ya que quería escribir sobre lo que es estar en esta especie de limbo, en donde no se sabe a qué estrato etario se pertenece, y que la gente como una flojera lingüística, llama "adulto joven". Por otro lado, también está la sumatoria de hechos que plasman los medios de comunicación de la no T.V., como por ejemplo Twitter y Facebook, y en torno a toda esta revolución estudiantil de mi país (no, no estoy en Colombia... estoy en Chile). Finalmente, y que se deriva de lo último, por lo que me daré el lujo de esconder el detalle para mi agasajo, un post que supuse existió en apoyo a una banalización asquerosa de la coyuntura social actual.

Y es que ahora me topo con el dilema de que si convierto mi pensamiento en algo hilarante y liviano, de fácil digestión y finalmente deposición, o si lo convierto en algo más denso... que finalmente termina indigestando, pero igualmente en deposición.

Todo esto comienza y termina, con un pequeño flashback en mi historia reciente, y una mirada al espejo. Me doy cuenta que el tipo que era hace unos muy pocos años atrás, no se parece mucho a lo que soy ahora. Distintos cambios de contexto se han dado, y la obvia adaptación al medio ha aportado. Pero también viene un poco el espacio que me he dado en un poco de soledad para poder hacer reflexión madura y responsable. Este es un trabajo que no poco me he dado.  De hecho, y sin miedo a parecer mentiroso, una buena fracción de los escritos que están en este espacio, son el resultado de una mayéutica improvisada con mi niño interior. Sin nada de vergüenza, creo que la forma de pensar actual de mi persona, está mucho mejor lograda que la de mis años de juventud. Esto, que parece una obviedad, no lo es tanto al considerar que muchos añoran esos años dado que poco se preocupaban del futuro y más vivían el presente. Carpe Diem.

Y es que los años de secundaria tienen el gusto de la novedad. El gusto de creer estar viviendo una pseudo adultez, con todas las ventajas de la inmadurez. Nos creemos el centro de todo, y actuamos como tal. Se vive una fraternidad tipo clan, generada por la necesidad inconsciente de la maravillosa convivencia de dos ideas que parecen mutuamente excluyentes: "la búsqueda de la individualidad" y "la necesidad de inclusión" en un subgrupo. En fin. Grandes años que los tengo en mi, como los mejores de mi vida.

Posterior a eso, y obviando los contextos por motivos de seguridad física, pasé a la educación superior (a.k.a. universitaria). En mi país, se concibe la educación superior como prácticamente un paso más al proceso educacional estándar (dicho sea de paso, este paradigma, es un factor que ha llevado la situación a lo que es en la actualidad). Con todo, y un poco fuera de lugar quizás por una anarquía psicológica, es que me sentí en mucho, un ser antisocial en un sentido bastante amplio (sé que a más de alguno que me vio en secundaria, esto debe hacerle gracia, pero con todo respeto: "se pueden ir a la mierda"). Esto hizo de mí, una persona a veces hasta egoísta a primera vista, y a segunda también. A una tercera vista ya podían conocerme mejor y dar cuenta de que simplemente: seguía siendo el mismo tipo rebelde de secundaria, fuera de la manada.

En fin... Fueron pasando los años, y con eso un cambio de contexto que nuevamente por seguridad física, no expondré acá. Repasando historia reciente, me encuentro en la revolución pingüina estando en una universidad que se caracteriza por "discrepar" con el gobierno. Mi intolerancia a lo popular (léase cualquier cosa "pop"), me hizo pasar más de un mal rato. Algo que hoy me asquea, no veía razón de dedicarse a algo fuera de lo que es estudiar. Como si estuviera pensando en que mi inserción posterior al proceso educacional, iba a ser en una sociedad distinta a la que muchos miraban con ojo crítico. Y no sin razón.

Aún este rebelde haciendo escándalos dentro mío, manejando este cuerpo ya de adulto, se iba acercando al fin del proceso. Después de tanta teoría económica que a la luz de los números en calculadora, todo puede mejorar, y con el resentimiento de ser de los pocos que optan por estudiar en vez de movilizarse, decidí que mi Tesis para mi título profesional, tenía que ser sobre la educación. En pocas palabras, quería validar bajo la teoría económica, el sistema educacional actual, tanto en su estructura legal, como también en su financiamiento.

Le agradezco al profesor que me puso la idea de la educación como un tema para estudiar. Y le agradezco, porque no se imagina que después de revisar y estudiar tanta información, iba a terminar con una idea TOTALMENTE OPUESTA.

Un año entero estudiando sobre el sistema educacional, dándome cuenta de que es segregador. Darme cuenta que dista muchísimo de convertir a los niños en futuros adultos de bien. Lejos de eso, se les prepara (teóricamente) para poder producir más. Los valores se espera que se los entregue la familia. Familia que ya viene con poca educación. Al final, los colegios no van a hacer repetir a nadie, ni por inasistencia (son menos los ingresos por subvención), y porque prácticamente no está permitido el hacer repetir a un alumno por sus notas. El sistema de clasificación actual (nota de 1,0 a 7,0), permite que si el estudiante aprende a sumar, pero no aprende a restar, aún así avance de grado (7,0 en suma, 1,0 en resta: Promedio 4,0: Lo lograste!). El gremio de profesores lejos de ser un organismo preocupado de la calidad de sus representantes en cada aula, funcionando como academia, es más un gremio que cuida que no se les toque, intercambiando sueldos miserables por una calidad de enseñanza correspondiente. La municipalización y la posterior inclusión al sector privado en la oferta académica, lejos de hacer más diversa la educación, la concentró por el juego económico: la máxima de "maximizar beneficios y disminuir costos", localizando las inversiones en aquellos modelos que no requieren de gran inversión, pero que tienen un alto monto por subvención: liceos comerciales, por ejemplo.

La lista de detalles es larga.

Todo, hizo que este tipo rebelde, que se perdió de lo que muchos jóvenes sienten propio hasta por definición, sintiera las ganas de gritarle a un tipo y decirle: "Ándate a la mierda! Qué mierda te crees qué eres?". Pero consciente, y de ahí la crisis, de que el adulto que ronda también por dentro, le dice: "Oye... En este país, si te quejas, eres comunista. Si eres comunista, entonces toda tu opinión vale nada".

Y todo revienta, viendo que este movimiento que en lo filosófico parece tan válido, termina también siendo una sucia movida política. Tenemos que el líder político de los profesores, está al lado de los voceros de los estudiantes. Pegado como una sanguijuela, quizás a sabiendas de que la calidad de la educación, pasa también por un buen trabajo de ellos. Sanguijuela que cobrará todo el apoyo político que tenga el movimiento, en su momento cuando se logre (o no) un cambio de verdad.

¿Llegará ese cambio de verdad? No lo sé, pero soñar es gratis, no? Esperar que llegue el día en que te digan: "La libertad ahora, no es que elijas entre dos o más productos, sino que puedes decir lo que crees y eso no te costará nada". Soñar con ver que los niños respetan a los adultos. Que las calles tienen arte en las murallas y no rayados de flaites. Que no haya un bastardo que le pegue a una mujer. Que no hayan bastardos que a pesar de venir de las mejores universidades del país, no tengan ningún PUTO VALOR HUMANO, y sean capaces de estafar a miles de personas, con sus créditos.

Con cada sueño, y con cada suspiro de nostalgia, siento esa crisis de que no sé si sigo siendo un joven rebelde que pide un mejor mundo, o un adulto ya asumido en el sistema.


¡Adios Ilusos!


Me incluyo.