viernes, 13 de noviembre de 2009

Observaciones: "Esos locos bajitos..."

Las callecitas de Santiago tienen ese... no sé qué. Una caminata tranquila, me llevaba a aquél rincón de la ciudad, donde esperaría paciente al chauffeur, que sería el Caronte que me acompañaría a mi morada...

Miraba a mi alrededor. Rostros pasivos, y alguno que otro cabizbajo, dirigiendo todos la atención en una misma dirección. Algunos aprovechaban el anonimato que permitía la muchedumbre, y expresaban sus emociones, de una manera peculiar.

Y de pronto mi vista se detuvo en un chiquillo. Un pequeño de cara sucia, y pantalones de rodillas desgastadas. Su pequeña carita no ha tocado más de cinco lluvias de algunos abriles. Deambulaba, saltaba, reía y jugaba. Pasaba por entre la masa de gente, confundido a veces entre las piernas y bolsos, de los rendidos del día. Un tropezón, y solo se levantaba en medio de su risa.

De pronto, el mejor amigo del hombre... Un perro que pensé que me acompañaría, pasó sin siquiera verme. Tampoco vió al pequeño. Este le vió. Le sonrío, y con la fuerza de la juventud que ya vendrá, levantó la pata trasera del perro de un sólo puntapié.

- Hijo, - le dije - ¿pero qué has hecho? Aquél que has maltratado, es nuestro hermano menor. ¿Acaso te gustaría que alguien mayor que tú te diera un golpe así?

Y el pequeño, entre otros balbuceos, me contestó.

- ¿Y qué tiene? Te puedo pegar a voh’ también poh’.


Lo triste de esta observación, es que es cierta. Ojalá que ese perro se haya comido a esa criatura.


¡Adios, Ilusos!

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