Observaciones: Segunda parte: Semana del terremoto

Digamos que la primera vez que a uno lo asaltan, igual significa un cambio de actitud para una persona desde ese momento en adelante. Ese cambio de actitud, coincidió también con un cambio de rutina en mi caso. Al otro día (lunes 22) comenzaba lo que se conoce en el ambiente universitario de mi país como "Periodo de Práctica Profesional", que no es más que la primera inmersión "formal" en el mundo laboral, en calidad de egresado de la carrera que uno eligió para condenar su vida a una sóla área.

Por cierto, y para que me vayan conociendo... Estudie Ingeniería Comercial. Es por nombre, una carrera que sólo en mi país existe, pero que por definición se puede entender como "Administración de Negocios". O para los extranjeros que leen este blog "Business Administration". Como adicional a los extranjeros que leen este blog, "Go To Hell!".

Sin dejo de vergüenza en mis dedos, admito que antes de empezar mi práctica, me levantaba de cama a una hora más o menos normal para un joven... Eso es a medio día. Empezando ya, tenía que levantarme entre las 05:30 y 06:00 de la mañana (si jóvenes, esa hora existe).

Muy grata experiencia. Muy buena gente.

Como el sentido de este blog es hablarles peste del mundo, entonces obviaré lo bueno que ha sido estar en ese trabajo, puesto que... no corresponde.

Llegado el día viernes, me encontraba en un estado semi comatoso por la falta de sueño. Era el viernes 26 y con suerte veía en colores.

Me acosté a dormir si es que recuerdo haber comido.

"MUY BIEN! AHORA TOMA EL HACHA Y CÓRTA TODAS LAS CABEZAS DE FLAITES QUE VEAS A TU ALREDEDOR! ESA ES TU MISIÓN Y POR ESO HAS NACIDO! CUANDO SUPERES TU RECORD DE LAS 1.000 CABEZAS MENSUALES TENDRÁS EL HONOR DE TOMAR LA MANO DE MI HIJA, LA PRINCESA MONONOKE! QUE ESTA DISPUESTA A ... OH, QUE PASA?"

 

Despierto... Y como que algo raro está pasando.

Típico. Mi madre diciéndonos: "Está temblando... Tranquilos... Tranquilos... TRANQUILOS $%@#$%!!!" Bueno, no fue algo muy distinto a eso. Ya no era para tanta tranquilidad. La situación ameritaba que cada uno de los que estabamos en casa nos levantáramos, sostuvieramos alguno de los aparatos que se puedan hacer trizas en el suelo y esparcir pedazos de vidrio o plástico potencialmente hiriente, o en su defecto, tomarse el pelo y correr en círculos.

Bueno... ya sé por qué me siento la oveja negra de la familia.

Abro los ojos... Miro a mi cabecera "Bueno... el cuadro se mueve de lado, asi que no me caerá en mi cabeza... La guitarra es acústica. Si cae en mis pies no me dolerá. El desorden que se viene... Bueno, no puede ser peor de lo que ya está...". En síntesis, no me levanté.

- "Levántate 023467890!" decía una voz madura femenina por ahí...

- "Tengo suuueeeeñoooo! Además, ya va a pasar".

Efectivamente pasó... Dormitando traté de comunicarme, sin levantarme, por celular con mis seres cercanos... Nada. "Bueno... esto estará asi toda la noche... Así que creo que...", y me quedé dormido.

Al otro día dimensioné la realidad del asunto. No había luz. No había agua. Apenas cargado mi celular y apenas hablé con mis seres cercanos. Mis cartas Magic (juego de Rol, no les importa) estaban esparcidas por todo el piso de mi pieza y había polvo por todos lados (en otras palabras, mi pieza no cambió mucho).

Con un Mp4 y un pequeño parlante, nos enteramos que en el sur de nuestro país la cosa era grave. Edificios en el piso. Desaparecidos. Tsunamis. Por nuestros lares (la capital), unos edificios ladeados, daños estructurales y muchos superficiales".

Cuento corto, unos días sin luz ni agua potable. Ni lunes ni marte fui a trabajar puesto que no dejaban entrar al edificio hasta que los daños sean evaluados. De una ser querida que estaba en Concepción (uno de los lugares más afectados), no supe hasta una semana después, y por su madre.

Su teléfono estaba muerto.

Si antes era la oveja negra, ahora soy algo como una oveja color azabache ... No pueden entender cómo me quedé en mi cama, mientras todos sostenían algo en casa, cuidaban de alguien o al menos, hacían acto de presencia. Y menos entender, que me dormiera tan rápido.

¡Adios, Ilusos!