miércoles, 7 de julio de 2010

Cantando bajo la Lluvia (y Otras Reflexiones) (Parte II)

Creo que el día es propicio para escribirme unas cuantas palabras: Estoy tomando un té sin azucar, como corresponde para disfrutar mejor el sabor; gran parte del departamento está en una conferencia con gente de Brasil; y como una guinda en una torta selva negra, llueve de una manera casi bestial... Me recuerda la ciudad donde viví... Punta Arenas. Y no digo "viví" como su significado simplista, sino como el proceso que de verdad llevé: me sentí vivo desde ese entonces.

En fin. No creo que están acá para leer sobre el lado serio de las cosas que pasan en mi vida. De hecho, creo que si están acá leyendo, ni siquiera tienen idea de lo que hacen con sus vidas, así que menos les debería importar algo sobre una ajena. Pero como ya son por definición unos desconsiderados e irresponsables, es que seguiré escribiendo llamando vuestra atención.

La gente al caminar suelte arroparse mucho por el tema de la lluvia. Lo digo porque ví a mis colegas mientras ibamos a almorzar, como parecían unos monjes cubiertos hasta los ojos. Mientras yo estaba con mi chaqueta abierta (si son mexicanos, sepan ustedes que chaqueta acá es como un saco de vestir), pensaba en que esa gente de seguro toma duchas vestidos. Pensaba en lo gracioso de la imagen (si los imaginaba desnudos, no iba a ser gracioso), cayendo en cuenta que eran bastante ambientalistas: se duchan y lavan la ropa al mismo tiempo para no gastar energéticos. Eso terminó por dejarme como un irresponsable con Gaia y terminé arrodillado besando la tierra.

Cuando me levantaron y me dieron una servilleta para limpiar la tierra de mi cara, me tomé un tiempo para llegar a donde debía. Mientras los otros apuraban el paso, yo tenía la cara hacia el cielo, tratando de captar la mayor cantidad de agua posible. Me daba lo mismo que la chaqueta abierta hiciera que me mojara la camisa. La idea era tener un pequeño contacto más directo con la naturaleza. Y no me vengan que vaya a un parque, porque los plátanos orientales son prácticamente fabricados. La opción de encontrarme con la naturaleza la encuentro en pocas ocasiones. Esta es una de esas.

Mientras pienso en cada frase siguiente, miro la ventana y veo llover horizontal.

Ahora, dejó de llover...

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Lo anterior lo escribí ayer... Para variar, el hecho de que llueva, me hace cambiar absolutamente el estado de ánimo para mejor. Incluso pude notar un dejo positivo en una que otra línea. Imbécil de mi parte. E imbécil en el estricto rigor de la palabra: falto de razón.
En fin. Vuelvan al infierno de donde nacieron, malditas bestias... Y no vuelvan hasta que me vean convertido en un Dios sobre toda la patética humanidad.

Si, tengo pequeños cambio de humor... LES IMPORTA, MALDITA SEA!!??


¡Adios, Ilusos!

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